SOR AMADEA VERCELLONE
Catalina Vercellone
nació en Biella, doceava de catorce hijos, el 12 noviembre 1610. Provenía de
una familia rica, el padre tenía un puesto de relevancia en el gobierno de la
ciudad. De ambos padres recibió una buena educación y una profunda piedad
cristiana y desde pequeña, aunque si tímida y a veces rebelde, sobresalía por
inteligencia y determinación. A la edad de diez años quedó impresionada por los
sermones que los Franciscanos tuvieron en la ciudad para la encoronación de la Virgen
de Oropa en el vecino santuario, tanto de acrecentar en ella cualquier año después
el deseo de consagrarse al Señor come Clarisa Franciscana. Justamente en el año
1625 en Turín fué fundado un monasterio de la Orden y Catalina, superadas las
resistencias familiares, estuvo entre las primeras quince postulantes.
Considerada inicialmente inadapta, fué aceptada después de un examen de recurso.
El 24 ottobre 1627, ante la presencia de los Saboya, se celebró la solemne
toma de hábitos en la Catedral. Al término de la función un cortejo
condujo a las jóvenes al monasterio: Catalina llegaba
a ser Suor Maria del Beato Amadeo.
La vida de
clausura no es cierto fácil y Sor Amadea debía también dominar los propios defectos,
solo el profundo amor por Cristo le dió la fuerza de perseverar. Sus singulares
virtudes comenzaron a manifestarse y no obstante la jóven edad acquirió autoridad.
Para el monasterio más, lamentablemente, los años de tranquilidad fueron pocos.
En el 1638 estalló la guerra entre los pretendientes al trono, los príncipes
Mauricio y Tomás contra Madama Reale Cristina. El Monasterio, considerado peligroso
por cuanto ubicado fuera de los muros, fué abatido. En el 1641 las monjas, alojadas
provisionalmente, eligieron Abadesa, a solo treinta años, precisamente Sor Amadea
que llevó adelante, entre muchas dificultades, los trabajos de restructuración
de la casa. Dos años después obtuvo de Roma las Constituciones. Terminada la
guerra, siempre con su rol determinante, se encontró finalmente el edificio donde
colocar establemente el monasterio. Aquella casa acogerá las hermanas
franciscanas hasta la supresión napoleónica.
En los pocos
momentos de tranquilidad, cuando Amadea podía finalmente retirarsi en su celda
para la oración personal, iniciaron a manifestarse las premoniciones sobre algunos
eclesiásticos de la ciudad. Las revelaciones puntualmente se hicieron realidad.
Eran sus confesores algunos carmelitanos que le ordenaron de escribir la
"Relación de su misma vida". Las peculiaridades causaron pero algunos
malhumores sea al interior de la Comunidad que fuera, hasta llegar al Arzobispo
y a Madama Reale. Muchos se dirigían a la Madre de las Franciscanas para tener consejo y
consuelo y precisamente con Cristina de Francia nació una grande amistad que
durò hasta la muerte de la Regidora. Intensa fué la atividad epistolar de Sor Amadea,
a todos respondía con sabiduría diciendo de confiar en la oración y de acercarse
a los sacramentos. Leemos en las “Memorias”: "Dios Creador me ha hecho
conocer que se sirve de mí, valiéndosi de la nada para la ayuda de sus almas más queridas". Su consejo
fué precioso y de grande ayuda al momento di fundar la casa del Oratorio de S.
Filippo en Chieri.
Con los años el
físico de la Madre comenzó a debilitarse. Muchas enfermedades, por los cuales en
esa época se tenían pocos remedios, soportados con cristiana resignación, le atribuyeron
mayor autoridad moral. Madama Reale se confió a sus oraciones para la hija
Ludovica gravemente enferma, haciendo el voto de fundar un nuevo monasterio de Franciscanas
en sus territorios. La Princesa regresó saludable y la disolución del voto se concretiizó
con la fundación del Monasterio de Mondoví. Papa Alessandro VII autorizó al
Obispo, Monseñor Beggiamo, a abrir el nuevo Monasterio con la conducción de la
Vercellone. El 7 junio 1659 las designadas dejaron la capital para encontrar
algunas postulantes que ya esperaban. Los locales del nuevo monasterio eran pero malsanos y durante la primera visita de Madama
Cristina apareció evidente la necesidad de un nuevo alojamiento. Vino designada
una casa en Piazza Mondoví Piazza y nuevamente Madre Amadea se puso a la obra
para adaptarla en Regla. Se había hecho monja de
clausura, más debió continuamente ocuparse de trabajos de adaptación o de nuevas
fundaciones. En Mondoví su guía y su ejemplo formaron un séquito vírgenes consagradas a Dios, mientras
continuaba a difundirse la fama de su santidad. Aumentaban también las
enfermedades (úlcera, cálculos renales, artritis deformante, ceguera) pero, como
hacía desde hace tiempo, vivía le los sufrimientos mirando la Pasión de Cristo.
Expiró la noche
del 13 abril 1670 a 59 años de edad, de los cuales 42 de profesión religiosa. Se
recibieron gracias y vinieron recolectadas los testimonios para el proceso de
beatificación más que no fué nunca
concluído. En el 1726 el Canónico Gallizia escribió la primera biografía. La exequia
aparecerá íntegra después de varios años y posteriormente a cada reexhumación.
Desde 1965 está en Turín, conservada con amor en el monasterio de Via Cardinal
Mauricio. En el 2007, finalmente, viene dado a la prensa el diario espiritual fortuitamente
reencontrado y las numerosas cartas escritas a los Saboya, conservadas en el Archivo
di Estado de Turín, en el conjunto de las “cartas de los santos”. Por las misivas
es evidente la extrema pobreza en el cual vivía la comunidad, también a causa
de las contínuas mudanzas. Apareciendo además el fuerte carácter que la llevó a
dar consejos a Madama Reale acerca la elección del confesor de corte, a moderar
con las autoridades ciudadanas de Mondoví en ocasión de desórdenes populares, a
defender la causa de un condenado. Por las relaciones, escritas por obediencia
a costo de sumos sacrificios, se ve en fin el profundo misticismo y la perfecta
ahdesión a la voluntad divina de la sierva de Dios. Leemos: "Cuanto estoy
obligada a Dios, que hacia mí ha tenido mucha paciencia! El es aquél pelícano
que se ha dejado descuartizar el pecho para darnos vida con su Sangre precioso.
[…] El provecho que se recibe meditando continuamente la Pasión de Nuestro Señor es
tal que no puede el hombre ejercitarse en tal meditación sin crecer en virtud y
recibir gracias singulares. Yo hablo por experiencia. […] Es necessario confesarse claramente para humillarnos
y mortificarnos. Ciertas circunstancias que no se acusan en las confesiones y
de las cuales no se tiene verdadero dolor son como neblinas que impiden al alma
de recibir gracias especiales para servir a Nuestro Señor. […] Quien falta a las promesas hechas a Dios
no debe desde luego retroceder, pero si humillarse ante El, renovar los buenos propósitos
y hacer recurso a la Beatissima Virgen para que lo ayude a comenzar de nuevo.
[…] A cambio de la ciencia me done el Señor su santo amor que a mí me basta […]
Cuán diferentes son de la verdad los juicios de
las criaturas, por ello no se debe hacer caso. […] He visto a veces la Virgen con el rostro sufrido por las ofensas
que se hacen contra su Divino Hijo, y no obstante mucha es su piedad que no cesa de orar por nosotros
como piadosa Madre de Misericordia. Pobre de nosotros si no tuviéramos
una tal intercededora ”. El amor por
Dios llega ser amor por sus hermanos: "Se deben evitar las palabras que estan contra la caridad del prójimo quién debe ser compadecido
y disculpado en cuanto se pueda, cuando se escuchan maldicencias y no
contribuir a las murmuraciones de otros.
ORACION
Padre misericordioso, te damos gracias por las maravillas que tu amor ha obrado en Madre Maria Amadea Vercellone durante su existencia terrenal tan fecunda de bien. Infunde sobre nosotros los dones de tu Espíritu para rendirnos perseverantes en la vía de la santidad a través de las cosas simples de la vida cotidiana. En tu immensa bondad, socórrenos en nuestras presentes necesidades, y si así Tu deseas concede cuanto te pedimos confiándonos a la oración de ésta tu sierva fiel.
Para informaciones:
Monasterio delle CappuccineVia Cardinal Maurizio, 5
10131 Torino ITALIA
info.madreamedea@gmail.com